Poemas inéditos
(Terremotos, Mexico 2017)
Silvia Siller
Por Silvia Siller
Solloza el trébol
desde los escombros
con alaridos bemoles
y la imprecación de la distancia
Toda impotencia ladra
a los cascajos,
a los andamios caídos
a los espejos rotos
Regresamos al polvo con el retumbar de ruinas
para sembrar plegarias
en el atrio de la patria
Y es la fragilidad a flor de piel,
esa humanidad que nunca se derrumba
la que va reconstruyendo con sus manos
las sienes de oliva
la que va formando vallas
y retorna a la esencia,
a la potencialidad del cero
tras el grito salvaje
de la tierra.
Quizá logre encallar un día
Silvia Siller
el barco colmado de bendiciones,
para sosegar el hambre que se engendra en la fiera del silencio.
Hay contenedores enteros, voraces de agonías,
de esas incertidumbres
que tienen rostro;
de bramido de bestia,
de imprecación, de manantial,
de tumba.
Mi barco aúlla viajes de zozobra,
relata maremotos,
sacude cada plaga inadvertidamente,
inyecta adrenalina
preserva el miedo,
va desempolvando los enigmas
en su escalada por las olas.
En los cristales del Titanic se estalla el granizo,
son mis lágrimas pétreas
y conforme las plegarias ruedan,
se azucaran.
Mi barco trasciende el itinerario del día,
y en cada crepúsculo anuncia:
semen, réplica, puerto,
llantos detenidos,
cuando se enquistan las palabras,
pero la marina va lenta de nuevo
y la prisa del puerto es espejismo.
Traigo cuarenta bendiciones de día en los contenedores
y de noche, cuarenta mordazas.
Sentémonos en las verdades del amo del silencio, en los
ábrete sésamos,
dejad que eructen las bendiciones como lava, ahí
donde perfectamente, mis contenedores llegan salvos,
suavemente, a los puertos
en balsas.
Otra madrugada fría como mortaja
Silvia Siller
vuelve y aúlla un ladrido,
un atrevimiento en la cresta de espuma
que apenas besa el vértigo,
sucumbe.
Se rinden las máscaras
se congelan los juicios
seguimos andando por la vida
a cucharadas.
Es diciembre de nuevo,
con su espada
y con su calendario que sofoca
el tic tac de la sonrisa.
La memoria suma y resta instantes
donde fuimos, pero deseamos tregua
hoy llegó el invierno de nuevo
con su fuerza de planta trepadora
Silvia Siller
Desde estas teclas
viajo el destierro de la pluma noctámbula,
desde la reclusión,
sale del cascarón un resfrío,
un estornudo suspendido en su víspera.
Es como acudir a la confesión,
mientras el universo se encarga
de malograr la penitencia.
El otoño y su queja
reza crujidos de una hoja seca
y la lluvia se arrepiente.
La llama extravió el azul,
en algún cristal quebrado a pelotazos
por niños que no tenían permiso.
Al menos el destierro es el poema
Y nadie logra leer el pensamiento.
La película sigue rodando
con la certeza de sus protagonistas.
Silvia Siller
En el vientre del corazón salitre,
una larva encapsulada…
No sabe si sus alas,
empapadas,
soportarán el peso de la eternidad.